Hablemos hoy de una competencia que muchas veces se pasa por alto cuando debería de ser una de las principales, tanto a comprobar por parte de los profesionales de RRHH, como a trabajar y convertir en un punto fuerte entre nuestros colaboradores, la resiliencia.

La sociedad actual es mucho menos resistente a la frustración, se configura como una sociedad de consumo donde es más o menos fácil conseguir lo que se desea, pero esa no es la realidad, en infinitas ocasiones vamos a caer y es muy importante saber cómo levantarse, recomponerse y continuar el camino.

En el ámbito laboral, dentro del área de selección y desarrollo de personas, se ha comenzado a trabajar de un modo diferente al modelo arcaico en el que la formación y la experiencia lo eran todo. Ahora estos ítems han pasado a un segundo plano para dejar brillar el talento a través de las competencias y, os aseguro, que saber manejar la frustración y convertirse en una persona resiliente aporta un alto peso competencial hoy en día. Pero… ¿Por qué? Porque aquellas personas que gestionan la frustración de un modo eficaz son capaces de conseguir los objetivos que se proponen y poseen un autoconocimiento espléndido, lo que les hace plantearse metas alcanzables y asumir responsabilidades realistas acordes a su capacidad de gestión. Además, crecen en habilidades acordes a los objetivos planteados, saliendo siempre que sea necesario de su zona de confort. Son personas seguras de sí mismas y confían en lo que hacen. Todo ello forma un cóctel que indudablemente añade valor a la organización.

Un empleado que sabe manejar la frustración sabrá asumir los contratiempos que se interpongan en el arduo camino de la consecución de los objetivos empresariales, analizará los problemas presentados a corto plazo y redirigirá el proyecto otorgando nuevos puntos de vista que nos lleven a la meta final. En definitiva, no se bloqueará con los problemas siendo, si cabe, más eficaz cuando estos se producen.

¿Y cómo conseguir potenciar esta competencia entre nuestros colaboradores? Desde el área de organización y personas debemos trabajar, junto con el Comité de Dirección, el establecimiento de objetivos alcanzables y realistas que aporten motivación y animen al continuo desarrollo personal y profesional. Además, será necesaria la implementación de un plan de formación ajustado a las necesidades de las personas en relación con los objetivos que se les hayan marcado, así como un modelo de comunicación interna que fomente la transversalidad. Nuestro compromiso será crear un lugar de trabajo basado en la transparencia y la colaboración, donde la transferencia de conocimiento interno esté íntimamente ligada al trabajo diario y el fomento de las competencias inter e intrapersonales sea uno de nuestros objetivos principales.

Es muy importante contar con esta competencia dentro de nuestra organización. Por ello os animo a fomentarla y gestionarla.

Miriam Carreño Vallejo. Directora de RRHH, organización y procesos del Real Valladolid CF, SAD.

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