Según Brian Tracy no importa de dónde vengas; lo único que importa es hacia dónde estás yendo”. Podríamos argumentar mucho sobre la primera parte de la cita, pero quiero focalizar el artículo en la segunda parte: hacia dónde estamos yendo.

Cuando comprendemos que la única constante es el cambio y que éste es la certeza más real de nuestras vidas, estamos dado un paso importante. Sin embargo, limitarnos a comprender algo es insuficiente si no lleva asociado un plan de acción.

De mí os diré que tengo 29 años, de los cuales desde los últimos ocho estoy vinculado al Grupo Repsol, donde he desarrollado funciones tanto en la unidad de negocio como en áreas de staff del mismo.

Hablábamos de cambio: Por ejemplo, existe un cambio en la forma en que las personas interactuamos debido a la democratización del uso de las nuevas tecnologías, pues ha dejado de importar la hora y el lugar donde nos encontremos ya que estamos a un clic de todo y también existe un cambio en la frecuencia en que interactuamos dada la instantaneidad de las comunicaciones de la que hablábamos que hace que nuestra sociedad sea una sociedad hiperconectada.

Tenemos que tener en cuenta dos cosas: 1) el cambio ya no es progresivo y lineal como podía serlo hace diez o veinte años, sino que es exponencial y radical, razón por la que los ciclos de vida de los productos (y, por supuesto, los ciclos de fabricación) se han visto acortados y 2) el cambio tiene un impacto en todas las facetas de nuestras vidas; por supuesto en el ámbito profesional, pero nuestra faceta personal no queda exenta.

En paralelo a este proceso, surge una nueva generación de personas nacidas entre la década de los años ’80 y los años 2000 que han crecido con el cambio de milenio, de donde toman su nombre: son los llamados Millennials o Generación Y.

Sin embargo, ser Millennial no es una cuestión de edad biológica, sino más bien es una cuestión de mindset, de hambre mental por conocer y hacer (muchas cosas más allá del tan de moda running). Para mí, es una cuestión de afán de encontrarse a uno mismo, conocerse, aceptarse y ocupar el lugar en la vida que uno cree merecer (Cristiano Ronaldo ya está cogido, seamos realistas).

Existe gente de 30 años con un puesto indefinido cuyo aliciente es estar tranquilo, cumplir el horario y los objetivos, normalmente hipotecarse en una casa o pensar en hacerlo y recibir un sueldo a fin de mes con el que viajar, amueblar la casa, quizá tener niños, salir a cenar o comprar ropa. Y también existe gente de 40-50-60 años que bien siendo indefinidos o no, bien teniendo hipoteca o no y/o niños o no, bien saliendo a cenar y comprando ropa, además, tienen una curiosidad mental que les hace seguir planteándose retos profesionales como continuar su formación o que les lleva a estar al tanto de las tendencias en su ámbito de actuación o sector.

Los primeros, son los que odian los lunes (no por tener quemadrugar sino por tener que ir de nuevo a un trabajo que para ellos es meramente alimenticio, es decir, es una herramienta para conseguir un fin), son los que han inventado esa serie de tazas con mensajes de autoayuda en las que tomar café y los que hasta el jueves por la tarde podrían participar como extras en The Walking Dead. Los segundos, son los que también toman café y tampoco les gustan los lunes, pero también son los que perciben el trabajo, además de como una herramienta para un fin, como un instrumento con el que cubrir y satisfacer unas necesidades o inquietudes mentales. No me estoy refiriendo necesariamente a ambiciones o aspiraciones de ocupar puestos de mayor rango sino a sentirse realizados con las funciones que desempeñan en su día a día y que éstas les aporten algún valor, algún enriquecimiento a su persona.

Desde que en el sexto párrafo introduje el concepto Millennial, he tratado de resaltar en negrita las ideas clave de lo que, por mi experiencia, pienso que es ser Millennial. No obstante, quiero añadir algunas ideas:

  • El Millennial necesita sentirse alineado con los valores de la compañía, sentirse parte de un todo y compartir el objetivo del negocio.
  • El Millennial demanda flexibilidad y dinamismo en los puestos de trabajo: por ejemplo, mediante un cambio de ciudad o de proyecto.
  • El Millennial no entiende el ordeno y mando o el “porque sí”, busca saber la razón de porqué algo se hace así para poder comprender el proceso.
  • El Millennial es conocedor de la importancia de crear su marca personal en las redes sociales y es activo en la tarea.
  • Por su inquietud y formación continua, el Millennial es o será un trabajador del conocimiento, más que un “mero ejecutador” de unas funciones.
  • El Millennial no necesita un superior que le ordene lo que ha de hacer. Necesita un responsable que le conceda autonomía en el desempeño de sus funciones y que sea un facilitador de la operativa diaria (directamente relacionado con el estilo de liderazgo).
  • El Millennial se plantea o se ha planteado el emprendimiento como forma de satisfacción de sus inquietudes mentales que no pueden ser cubiertas en las organizaciones donde se emplea por cuenta ajena.
  • El Millennial se para a pensar dónde está y dónde quiere ir y en función de esto, traza un plan de acción.

Y para cerrar el artículo, quiero lanzar algunas reflexiones:

  • Los dos perfiles descritos anteriormente son necesarios y complementarios en las organizaciones, las cuales tendrán que buscar el equilibrio entre ambos.
  • Las organizaciones tienen que encontrar la forma de incorporar el perfil Millennial al engranaje de la misma y tocar las teclas adecuadas para fidelizarlo (por ejemplo, con una redefinición del modelo de liderazgo y con herramientas como el salario emocional).
  • Ser Millennial es una actitud de proactividad ante la faceta profesional, en la cual invertimos un alto porcentaje de nuestros recursos mentales y de tiempo. Por ello, el Millennial necesita sentir que su trabajo tiene una razón de ser con la que se sienta identificado.
  • Te sientas Millennial o no, no dediques tu tiempo a algo que no te motive; te lo debes a ti mismo, a tu familia, a tu pareja y a tus amigos. Siendo realista, haz aquello que te haga feliz. No odies los lunes.
  • No salgas de tu área de confort, haz de ella un espacio cada vez más grande. ¿Cómo? Conociéndote, aceptándote y planteándote retos.
  • Recuerda la cita de Brian Tracy y piensa hacia dónde estás yendo: no te dejes arrastrar por las olas, surfea. El tiempo pasa. Enjoy!

Tomás García Roldán.

Knowmad, Repsol y Asociado.